Wicked: algo maravilloso está pasando en el mundo de la propiedad intelectual
Por Abril Neiman
En noviembre de 2024 tuvo lugar el estreno mundial de Wicked, la película musical protagonizada por la estrella pop Ariana Grande y la ganadora de Premios Tony y Grammy, Cynthia Erivo, que se mantuvo en cartelera por meses batiendo récords de taquilla al recaudar más de $700 millones de dólares en todo el mundo. Y esto fue tan solo la primera mitad de la historia… Estamos a seis meses de obtener la segunda parte de esta obra maestra.
Existen muchos puntos por donde elogiar esta producción, desde la imagen, la música, los artistas, vestuarios y demás, pero a lo largo de este artículo, me gustaría destacar el rol fundamental que tuvo la propiedad intelectual en el éxito de la película.
Por ejemplo, uno se preguntará por qué un musical situado en el mundo de Oz no incluye una de las canciones más populares de todos los tiempos creada en 1939 para la película El mago de Oz. Todo esto se explica pura y exclusivamente si entendemos el mundo de los derechos de autor.
Para muchos Wicked será simplemente una historia paralela al mago de Oz, pero en realidad hay un largo camino amarillo de inspiración recorrido para llegar a esta obra, donde los derechos de autor obtuvieron el rol principal.
La larga sucesión de inspiraciones comienza en 1900 con el libro The wonderful Wizard of Oz de L. Frank Baum. Aquí se crea este maravilloso universo, con sus personajes icónicos y la trama que nos presenta a Dorothy, a la bruja mala del oeste, la bruja buena del sur, el espantapájaros sin cerebro, el hombre de hojalata sin corazón y el león sin coraje. Ah, y como no, al mismismo mago de Oz.
Todo esto pasó al dominio público en 1956. ¿Qué significa esto? Que cualquiera puede explorar este universo, y explotarlo sin contrato alguno con el creador o sus herederos, siempre y cuando se respeten los derechos morales del autor, se le reconozca la autoría y no atenten contra la integridad de la obra.
Ahora bien, unos años antes, en 1939 la productora Metro-Goldwyn-Mayer consiguió los derechos del libro y lanzó en cines la película que rompió las barreras generacionales y hoy sigue siendo conocida como un clásico, al igual que su canción “Somewhere over the rainbow”. The Wizard of Oz, protagonizada por Judy Garland, si bien inspirada en el libro utilizando la trama original, introdujo al mundo del espectáculo ciertos elementos que resultaron trascendentales para la imagen de Oz. Además de la canción mencionada podemos hablar también de la estética con la cual hoy el mundo visualiza el universo de Oz y sus personajes, como los zapatos rubíes que, en el libro, eran simplemente plateados.
Es relevante tener en cuenta qué aspectos de la película pertenecen a los derechos del libro original -que desde 1956 han pasado al dominio público-, y cuales son propios de la película, en tanto estos elementos siguen estando protegidos por derechos de autor. Por ejemplo, solo así se puede entender por qué en la película Wicked los zapatos son plateados, y no rubíes.
56 años más tarde surge Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West, una novela escrita por Gregory Maguire inspirada en la obra ya de dominio público que dio origen a Oz. En esta oportunidad, el autor hace una relectura y reinterpreta la historia para contarla esta vez desde el punto de vista de otro personaje como protagonista: Elphaba, la bruja mala del oeste.
De esta novela surgen nuevos elementos, como por ejemplo personajes, ahora también protegidos como derechos de autor con titularidad de Maguire. Acercándonos a la nueva película, en 2003, Stephen Schwartz y Winnie Holzman deciden adaptar la obra de Maguire al teatro, particularmente a un musical, obteniendo una licencia de los derechos del libro original.
Así surgió el musical de Broadway Wicked que, inspirado en una novela, que se inspiró en una película, que se inspiró en un libro, obtuvo también sus propios derechos de autor por los elementos creativos del mismo. Y, así y todo, la historia no termina aquí.
Luego de obtener la licencia para utilizar la obra de Maguire y reinventarla como un musical de Broadway, los creadores del mismo pasaron a ser cotitulares de nuevos derechos sobre el musical como obra derivada, protegiendo la música, el guion y la escenografía como derechos de autor independiente.
Aquí entra otra rama del maravilloso mundo de IP: WICKED se convierte en una marca registrada protegiendo su identidad comercial. A partir de 2005, WICKED ha sido registrada como marca en Estados Unidos en las clases 9, 16, 18, 21, 25, 28 y 41 para proteger productos como contenido digital (DVDs y CDs), publicaciones impresas, indumentaria, juguetes, peluches, y todo tipo merchandising, así como también servicios de entretenimiento, producción de teatro y cine: el musical se convirtió en una franquicia global con producciones en diversas jurisdicciones del mundo.
Poco más de una década después, Universal Pictures adquiere los derechos del musical para realizar una adaptación cinematográfica con la participación de Schwartz y Holzman para adaptar el guion, pero en esta oportunidad Maguire, si bien mantiene el crédito como autor original, ya no tiene participación directa en la adaptación.
Luego de un par de años de preparación y asegurar los derechos musicales y de uso de marca, interrumpida por la pandemia, comenzó la producción y contratación de los intérpretes para la película WICKED, cuya primera parte fue estrenada en noviembre de 2024. Como a este punto se imaginarán, de esta película surgieron nuevos derechos de autor…
A tan solo seis meses de su estreno, hoy es un fenómeno global que ha conseguido obtener una identidad propia por los grandes esfuerzos que se han invertido en proteger la imagen comercial y un constante marketing and branding. No solo está registrada la marca WICKED, sino que también el público reconoce como una marca no tradicional la identidad visual del musical a partir de una particular paleta de colores verde, negro y rosa, una estética y logotipos que diferencian este universo de aquel Oz creado por Baum y luego representado visualmente en 1939. Más que un musical o una película, Wicked se convirtió en un símbolo comercial y cultural.
En fin, esta película musical que quedará como un clásico en la historia tiene una herencia de más de 100 años de inspiración. Probablemente Baum no se habría imaginado nunca que un siglo después del lanzamiento de su libro, una de las artistas pop más reconocidas iba a interpretar a la bruja buena del sur, Glinda, en una de las películas musicales más taquilleras en la historia del cine, con un enfoque del mundo de Oz completamente revelado, y menos aún que la historia se alejaría de Dorothy para presentar una hermosa historia entre los personajes de Elphaba y Glinda. Así, queda claro que los derechos de autor son de vital importancia para proteger toda creación que surge del esfuerzo, dedicación y cariño de sus creadores, y que aun así también son una pieza fundamental en la cultura y en la inspiración de generaciones futuras.
Esto es el arte de crear e inspirar.
Para más información contactarse con aneiman@ojambf.com